Cuando opinar es un delito
Hoy día cualquiera con un ordenador o un móvil puede dar una opinión, la libertad de expresión es un derecho, reconocido y protegido constitucionalmente. Pero creerse dueños de la verdad absoluta y en base a eso verter comentarios en las redes sociales que agredan la imagen pública de una persona, sin prueba alguna, más allá, de porque lo digo yo, o porque lo he visto en internet, no es opinar, es cometer un delito.
Los tiempos cambian, y ahora no hace falta estar delante de alguien para maltratarlo psicológicamente o lesionarle, hay personajes que amparados en su derecho a la libertad de expresión y en muchos casos bajo la cobardía del anonimato, no son más que unos delincuentes.
unos delincuentes, que con el poder de difusión que le dan las redes sociales, hacen daño con sus injurias y calumnias a otras personas, que en algunos casos han tenido la mala suerte de encontrase con ellos en el camino o simplemente ser un personaje famoso y caerle mal al delincuente de turno.
En muchos casos, la victimas y los agresores son menores, que sufren de bullying, y hemos contemplados la tragedia de varios padres que han tenido que enterar a su hijo por no soportar el acoso de sus compañeros.
Proteger a las víctimas de ciberacoso, injurias, calumnias… en internet es muy difícil, el anonimato, la falta de medios de la policía y el límite con la libertad de expresión protege a los delincuentes, pero por otro lado hay que poner los medios y buscar la forma de frenar estas conductas, porque internet no puede ser el cortijo de los delincuentes de la palabra.
Los delitos del futuro ya están aquí y como siempre vamos tarde, urge, entre otras medidas, una reforma del código penal, que proteja a las víctimas y haga que la gente vuelva a entender la diferencia entre opinar e insultar.